No hay una sola manera de fascinarse por la gastronomía. Para Jean Aravena Ordenes, la atracción comenzó al observar a su familia y apreciar su cultura: “Mi pasión por la gastronomía chilena, el sabor de la comida y el buen comer, siempre estuvo arraigado o presente en mi familia. Mi abuela trabajó 30 años en un casino, en Romeral, comuna de San José de Maipo. Mi mamá en una pastelería cuando era pequeña. Y a mí siempre me ha gustado la cocina, también desde pequeño. Junto a mi madre, comencé a trabajar en este proyecto”, cuenta al referirse a Sanguchería Chey, el negocio que actualmente dirige en Melocotón, localidad en la que creció.
Jean se refiere a su negocio como un "momento de reinvención". Desde hace tan solo un par de años, debido a su situación económica personal, sumada al contexto social chileno, se vio obligado a cerrar su restaurante en Santiago y mudarse de ciudad: “Con el estallido social en Chile y la pandemia, en marzo del 2020 tuvimos que cerrar el restaurante y entregar el arriendo para volver a la comuna donde siempre vivimos, en San José de Maipo”, explica. “Hemos pasado altos y bajos. Yo partí en este camino con un socio, pero se fue dejándome sobreendeudado y tuve que proteger todos mis bienes. Lo cuento con clara honestidad porque es común y le ha pasado a mucha gente. Pero gracias a mi familia y nuestra perseverancia, hemos logrado mantener el nombre Chey”.
A pesar de lo que conlleva cambiar de ciudad y empezar de nuevo, y pese a cualquier suposición, hoy agradece los resultados que esos imprevistos trajeron a su vida: “En octubre del año pasado se nos dio la oportunidad de abrir un foodtruck en el Cajón del Maipo. Para nosotros fue mucho mejor ya que mensualmente nos resultaba muy caro mantener un restaurante, y había meses que no eran muy buenos. Junto con el estallido social y todo lo que sucedió en Chile, la economía se estancó. Con el foodtruck, los costos son mucho más bajos. Trabajamos con menos gente, tenemos retiro y delivery de comida, y organizamos el negocio con Fudo, que para nosotros fue una solución por su sencillez y practicidad”.
Los orígenes del sabor
“El nombre Chey es un concepto de la zona del Cajón del Maipo. Significa 'la amante', 'la otra'. Es un término que se ocupaba mucho antiguamente. Pero en mi familia significa otra cosa. Mi 'tata' siempre nos dijo así, y nos empezamos a llamar así entre nosotros”, cuenta Jean, justo después de enumerar el menú entero de su local, entre los sándwiches de mechada de vacuno, elaborada durante tres horas en olla bajo presión, y el cosomé, un caldo clarificado que se obtiene de la misma carne. “Localmente conocen el término Chey. Entonces es súper entretenida la dinámica, porque creen que significa 'amigo' y nos preguntan, pero nosotros les explicamos el origen”, agrega.
Jean aclara que su menú también ofrece opciones vegetarianas y reconoce que ha tenido que tomar ciertas decisiones en la cocina para llegar a más clientes. Además, cuenta que no está en sus planes trabajar con embutidos. En ese sentido, remarca que todo lo que hacen es artesanal y que, en la actualidad, su madre es la encargada de elaborar casi todos los platos de su carta, mientras él se encarga del armado de la plancha.
Al final, luego de recordar cada paso que ha tenido que dar para ver crecer su negocio, se enorgullece al decir que hoy trabaja con los sabores de su infancia: “Los platos típicos chilenos, la carne con laurel, el ajo, las legumbres, el poroto con rienda, la humita, la empanada, son esas cosas que más me llamaban la atención y que hoy en día son mi fuente de trabajo. Al fin y al cabo, los sabores que recuerdo de cuando era chico, hoy se transformaron en lo que es Sanguchería Chey, y eso me engrandece”.