Hay decisiones que se piensan durante años, hasta que un día simplemente se dan. Eso fue lo que le pasó a Cecilia Fullone, creadora de Ceci Fullone Pastelería, quien cambió las planillas de Excel por recetas de Lemon Pie y Pavlovas.
“Durante muchos meses lo tuve que pensar porque me daba miedo dejar una empresa grande que me brindaba protección para estar sola con mi emprendimiento”, cuenta.
Ceci trabajó más de 15 años en finanzas dentro de multinacionales. Pero la pasión por la pastelería estaba latente desde siempre: “Pensaba que todo tenía que estar perfecto para empezar, hasta que entendí que lo importante era animarse, aunque fuera vendiendo una sola torta”.
Como muchos emprendimientos gastronómicos, Ceci Fullone Pastelería empezó desde su casa: “Era muy normal verme batiendo merengue mientras atendía una reunión de trabajo”, recuerda entre risas.
Con el tiempo, los pedidos crecieron y el espacio se volvió insuficiente. Mudarse a un lugar más amplio fue el siguiente paso natural: “Hoy tengo más lugar para frizar, más heladeras y puedo trabajar de forma más eficiente”.
Ceci no tiene local a la calle. Su negocio funciona 100% virtual, y las redes sociales se convirtieron en su principal canal de venta: “Instagram es mi vidriera. Tiene su lado B, porque hay que estar publicando seguido, pero es una gran ventaja de esta era digital.”
En su catálogo, las protagonistas son las tartas con frutas frescas —Lemon Pie, Key Lime Pie, Pavlova y tarta de frutillas—, sus favoritas tanto para hacer como para comer. También ofrece alfajores de avellana, chocotortas y opciones para cafeterías y clientes mayoristas.
“Lo que más disfruto es el proceso creativo: pensar sabores, combinaciones y presentaciones especiales para cada fecha.”
A pesar de su perfil creativo, la organización es una de sus mayores fortalezas. Cada sábado planifica toda la semana siguiente: compras, tareas y pedidos. “Soy bastante organizada, eso me juega a favor. Pero los viernes siguen siendo caóticos: entregas, rotulación, clientes. Siempre puede pasar algo”, admite con humor.
Ceci no teme contar sus tropiezos. Una vez, mientras se adaptaba a su nuevo espacio, confundió los ingredientes en una receta: “A los alfajorcitos de maicena les puse bicarbonato en lugar de polvo de hornear. Quedaron incomibles. Por suerte, los clientes fueron un amor y lo entendieron.”
Esa experiencia, lejos de ser un obstáculo, se convirtió en una anécdota más de su crecimiento: aprender, mejorar y seguir adelante.
Antes de usar Fudo, Ceci llevaba todo en hojas de cálculo. “Usaba Excel para registrar pedidos, calcular costos y ganancias. Pero al pasar todo a Fudo me di cuenta de que había errores en mis fórmulas. Ahora los cálculos son exactos y se actualizan solos”, cuenta.
Utiliza Fudo tanto en el celular como en la computadora:
“Fudo me permitió trabajar más ágil, mantener los costos actualizados, algo clave en Argentina, y tener estadísticas claras sobre qué productos se venden más.”
Hoy, Ceci Fullone Pastelería es un reflejo de su creadora: precisión y sensibilidad en cada detalle.
“Lo que más disfruto es hacer todos los días algo que me encanta. Incluso de vacaciones, sigo tomando notas de ideas nuevas en mi cuaderno.”
Para Ceci, emprender también significó ganar libertad: “Poder manejar mis tiempos y estar presente con mis hijas sin tener que dar explicaciones es algo que no cambio por nada.”
Y aunque las fórmulas dulces cambian, hay algo que siempre se mantiene: el deseo de seguir aprendiendo y mejorando.
Ceci Fullone Pastelería muestra que la combinación entre pasión, orden y tecnología puede ser la receta perfecta para crecer.
Con Fudo como aliado, cada pastel no solo tiene el sabor del esfuerzo, sino también la organización de un negocio que se disfruta todos los días.