En el corazón del MUT de Santiago de Chile, hay un lugar donde la técnica japonesa y la creatividad chilena se encuentran. Se llama Mirai Food Lab, y detrás de sus sabores están Misha Fukura e Ignacio Roa, dos chefs que decidieron fusionar sus estilos para crear una propuesta única.
“Nosotros fusionamos nuestros dos estilos de cocina. Ambos trabajamos antes en el mismo restaurante, así que al cocinar tenemos una forma de pensar y de usar los ingredientes bastante similar”, cuenta Misha.
Mirai Food Lab es el resultado de años de trabajo, viajes y aprendizaje en diferentes cocinas del mundo.
Ignacio vivió siete años fuera de Chile, con experiencias en Australia, Dinamarca y Japón. “En Dinamarca trabajé en un restaurante de ramen que me encantó, y cuando fui a Japón tuve la oportunidad de hacerlo también en una versión más tradicional. Ahí nació la idea de traer esa experiencia a Chile”, recuerda.
Por su parte, Misha creció en Japón y trabajó en cocinas de Nueva York y Dinamarca antes de radicarse en Chile. Su aporte técnico y cultural le dio identidad a Mirai:
“Cuando estoy en Chile y quiero usar miso, salsa de soja o yuzu kosho, en lugar de utilizar productos japoneses, los preparo con ingredientes chilenos. De esa manera combinamos nuestros estilos culinarios.”
El resultado es una cocina que combina lo mejor de ambos mundos: la precisión japonesa y la sensibilidad chilena por los productos locales.
Instalarse en el MUT fue un paso decisivo para el crecimiento del proyecto. “Ha sido una tremenda experiencia. El MUT nos trajo la estabilidad que nunca habíamos tenido y nos permitió crecer como empresa. Hoy tenemos más de 35 personas trabajando con nosotros”, explica Ignacio.
El desafío, dice, está en mantener el equilibrio entre creatividad, exigencia y gestión: “Es difícil sostener el balance entre la creatividad y la operación diaria. Pero aprendimos a confiar en nuestro equipo, motivarlo y apoyarnos en herramientas que faciliten la gestión.”
Entre esas herramientas, Fudo ocupa un lugar clave. “El restaurante funciona todo a través del celular o de las maquinitas de Fudo Pago. El cierre de mesa lo hacemos directamente desde la mesa y el cierre de caja ahora siempre cuadra. Podemos confiar en que los números están bien”, destaca Ignacio.
Más allá del trabajo, Mirai Food Lab mantiene una filosofía simple: disfrutar del proceso. “Ser chef es un trabajo físicamente exigente y con mucho estrés, pero no debemos olvidar disfrutarlo. Es una profesión difícil, sí, pero también muy divertida”, reflexiona Misha.
La inspiración, cuentan, llega tanto de sus clientes como de los mercados locales. Cada nuevo ingrediente de temporada puede dar origen a una receta.
“Nos gusta hablar con los clientes, conocer a nuevas personas, recibir sus emociones. Eso hace que todo valga la pena”, agrega Ignacio.
Hoy, Mirai Food Lab no solo ofrece una experiencia gastronómica diferente, sino que también se ha convertido en un espacio de encuentro entre culturas, equipos y sabores.
Misha y Nacho invitan a chefs, cocineros y amantes de la buena comida a visitar sus dos locales y conocer su propuesta: “Estamos muy contentos con nuestra comunidad. Nos encanta conversar con otros cocineros y aprender juntos. Queremos seguir creciendo y compartiendo lo que hacemos.”
Mirai Food Lab es la prueba de que la gastronomía puede ser un puente entre mundos.
Con la ayuda de Fudo, logran que la creatividad y la gestión trabajen en sincronía, manteniendo viva la pasión por cocinar y el disfrute en cada plato.